
11 Mar Tercer Viernes de Cuaresma. Trabajo y Pandemia
Los/las trabajadores/as queremos humanizar nuestro tiempo y nuestra vida. Como Iglesia nos esforzamos por el trabajo digno, el bien común y la justicia social, donde las palabras «libertad» e «igualdad» no sean palabras vacías para la mayoría de nosotros. Y sabemos que ello no será posible si no nos unimos en un gran compromiso de solidaridad, ahora más que nunca.
Las trabajadoras del hogar y del cuidado de las personas desarrollan los trabajos más inestables y precarios. Nos acercamos al testimonio de Antonia, trabajadora interna que se ha quedado sin empleo recientemente debido al COVID. Estaba cuidando a una persona mayor más de un año, y ahora le han despedido. Su trabajo como interna le ocupaba todas las horas del día, seis días a la semana, y le obligaban a realizar todas las tareas domésticas, además de los cuidados y el acompañamiento del mayor. No estaba dada de alta en la Seguridad Social ni tenía contrato, aunque sí dispone de permiso de trabajo; por eso ahora no puede optar a cobrar el paro. Su remuneración como interna era de 650€ al mes.
PALABRA DE DIOS:
Eclesiástico 34,20-22
Robar algo a los pobres y ofrecérselo a Dios es como matar un hijo ante los ojos de su padre. […] Quitarle el sustento al prójimo es como matarlo; no dar al obrero su salario es quitarle la vida.
MAGISTERIO DE LA IGLESIA:
Fratelli Tutti, 162
El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular (…) es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades
(…) Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque “no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo”.
ORACIÓN
Señor, tú que has sido
un trabajador como nosotros:
ayúdame a encontrar
el sentido de mi trabajo,
a humanizarlo y hacerlo
fuente de vida y amor.
Perdona a los que esclavizan
y oprimen;
da ánimos a los que ya no pueden más.
Fortalece la lucha y la solidaridad
de los que se esfuerzan
por unas condiciones de trabajo
dignas de la persona humana.
Compadécete de los que sufren,
de los que no tienen trabajo,
de los niños y ancianos
que tiene que trabajar.
Hoy, Señor, te ofrezco mi trabajo
y el de mis compañeros,
todo el trabajo del mundo,
como un canto de alabanza a tu gloria,
como el agradecimiento
de tus criaturas. Amén.
COMPROMISO
¿Conoces alguna persona que en este tiempo de pandemia se haya quedado sin trabajo o trabaja en condiciones precarias e indignas?. Intenta acercarte a estas personas y muéstrales tu cercanía y solidaridad.
También puedes informarte sobre la iniciativa “Iglesia por el TrabajoDecente” de la diócesis (www.iglesiaporeltrabajodecente.org)
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